Lágrimas Confusas

Lágrimas confusas van por la mente de aquel individuo, ansioso de demostrar que no tiene sentimientos, que no quiere expresarlos. No importa si está bien o está mal, sigue persistiendo con esa terca actitud de desprecio, pero no sabe o no quiere entender que es un represivo malestar. Puede decir mil veces que no acepta nada, pero sus actitudes lo derrotan; cae en el sentimentalismo clásico, nada despreciable desde un punto emocional. Intenta, no puede, sigue intentando y la verdad le cae con la velocidad de un látigo. Pregunta él: ¿Qué quiere la vida conmigo?, y es como si ante un desesperado llanto de auxilio, dado por esas lágrimas confusas que van por su mente; la vida le contesta: la razón es la verdad, es tu primera verdad; la que contiene varios estados de ánimo (los sentimientos son uno de ellos) y porque no decirlo, es lo principal. Aceptar que está enamorado no es tan complicado para él, lo difícil es pensar que perderá su libertad. Angustiado por este mito, vive cegado por falsa realidad que lo embarga desde hace algún tiempo. Busca ayuda por doquier, especialistas en el tema de: “no sé que me pasa, pero ayúdeme”; la solución no está en ellos, está en él. ¿Porqué alejarse de la felicidad? ¿Porqué negar lo invariable? Ha intentado mil veces olvidar esa etapa y no logra concentrarse aunque le arroje los mismos resultados. Capacidades hay, no está mal tu vida; lo que está mal es no dejar seguir esa corriente atada a tus venas, a tu corazón y a tu cuerpo.

Betóbenz